Llovía torrencialmente
en la estancia del Mojón
como adorando al fogón
estaba toda la gente
dijo un viejo de repente:
les voy a contar un cuento,
ahora que el agua y el viento
traen a la memoria mía,
cosas que nadie sabia
y que yo diré al momento.
Tal vez tenga que luchar
con mas de un inconveniente
pa que resista la mente
el cuento sin lagrimear
pero Dios que supo dar
paciencia a mi corazón
tal vez en esta ocasión
venga a alumbrar con su reflejo
el alma de un gaucho viejo
que ya lo espera el cajón.
Alcáncenme un amargo
pa que suavice mi pecho…
que voy a entrar derecho
al asunto, por que es largo
haré “juerza” sin embargo
pa llegar hasta el final
y si atiende cada cual
con espíritu sereno
verán como un hombre bueno
llego a hacerse criminal.
Hay cosas que yo no puedo
detallar como es debido,
una por que se han perdido
otra por que tengo miedo.
Pero ya que en el “enrriedo”
los metí, pido atención
que si la imaginación
me ayuda en este momento
conocerán por mi cuento
la leyenda… del Mojón.
Sesenta años… quien diría,
que vivo aquí en estos “pagos”
sin conocer mas halagos
que la gran tristeza mía
sesenta años no es un día,
pueden tenerlo por cierto
pues si mis dichas han muerto
ahora tengo la “virtu”
de ser pa esta “juventu”
lo “mesmo” que un libro abierto…”
Iban a golpear las manos
por lo que el viejo decía…
pero una lagrima fría
los detuvo a los paisanos…
“hay sentimientos humanos”…
dijo el viejo conmovido
que los años con sus ruidos
no borran de la memoria
y este cuento es una historia
que pa mi… no tiene olvido…
Allá por mis años de mozos,
perdonen la distancia,
sucedió que en esta estancia
hubo un crimen misterioso…
en un alazán precioso
llego aquí un desconocido,
mozo lindo muy cumplido
que al hablar con el patrón,
quedo en estancia de “pion”
siendo después muy querido…
Al poco tiempo no mas,
el amor lo picoteo
y el mocito se casó
con la hija del capataz…
todo marchaba al compás
de la dicha y del amor…
y pa grandeza mayor,
Dios les mando con cariño
un blanco y hermoso niño…
más bonito que una flor.
Iban pasando los años,
muy felices en su choza,
ella alegre y buena moza…
el, “juerte” y sin desengaños…
pero… misterios extraños
llegaron… y la traición,
deshizo del mocetón
sus mas queridos anhelos…
y el fantasma de los celos,
se clavo en su corazón…
Aguanto el hombre… callao,
hasta dar con la evidencia
y un día fingió una ausencia
que jamas había pensado…
dijo que tenia un “ganao”
que llevar pa la tablada
que era una buena volada
pa ganarse algunos pesos
y así entre risas y besos,
se despidió de su amada…
A la una de la mañana,
del otro día justamente,
volvió el hombre de repente
convertido en fiera humana
de un golpe hecho la ventana
contra el suelo en mil pedazos
y avanzando a grandes pasos…
ciego de rabia, y dolor…
vido que su único amor
descansaba en otros brazos…
Con un sordo movimiento
en seguida se sintió,
después un cuerpo calló,
y otro cuerpo en el momento…
ni un quejido, ni un lamento
salió de la habitación…
y pa concluir su misión,
cuando los vió bien “dijuntos”
los enterró a los dos juntos
donde hoy se encuentra el mojón.
En la estancia se sabía
que la ingrata la engañaba,
pero a él “naides” le contaba
la desgracia en que vivía,
por eso la “polecia”
no hizo caso mayormente
pues dijeron que la inocente
se “jue” con su gavilán…
en cambio los dos están…
descansando eternamente…”
“¡Hayjuna!” grito un paisano…
“¡si es así lo que habla el viejo…
ese era un macho canejo!
yo le besaría las manos”
“yo soy”… respondió el anciano…
“venga hijo, beseme…
yo “jui” “mijo”, el que maté
a tu madre desgraciada
por que en la cama abrazada
con otro hombre la encontré.
Hizo bien tata querido
dijo el hijo sin rencor…
venga viejo, lo perdono
por lo tanto que he sufrido…
pero ahora tata le pido,
que no la maldiga más
que si “jue” mala y audaz, por mi…
por mi perdónela padre,
que una madre siempre es madre…
déjela que duerma en paz”…
Los dos hombres se abrazaron,
como nunca lo habían hecho…
juntando pecho con pecho
y como niños lloraron
padre e hijo se besaron
pero con tal sentimiento
que ni el humano pensamiento
puede pintar,ahora
la escena conmovedora
de aquel trágico momento.
Los ojos de aquella gente
con el llanto se inundaron
y todos mudos quedaron
bajo el silencio imponente
dijo el viejo nuevamente
allí están… en el mojón”,
y poniendo el corazón
el anciano en lo que dijo,
le pidió perdón al hijo…
y el hijo le dio el perdón…
NOTA: Teniamos este tema grabado en un disco de vinilo antiguo, en el que figuraba como autor A. Luna.
Al no disponer de otra fuente lo pusimos, sin embargo, nuestro amigo recitador Carlos Bonino, nos comenta que en antologias que el posee, el autor es Juan Pablo Lopez.
Gracias por el aporte!