La Leyenda del Viento Zonda
Sin embargo, en todas prevalece la misma enseñanza.
Debemos cuidar la tierra si no queremos perder sus bondades y sufrir así su castigo.
Leyenda del viento zonda
Entre los indios huarpes de la región cuyana en Argentina, se destacaba Tokomar, recio exponente de su raza, gobernaba varias tribus de la comarca, muy hábil en el manejo de las armas, cazador incansable, no perdonaba ni a las crías más pequeñas, lo cual le había traído problemas con los ancianos del consejo. Pero a él no le importaba.
Un día, luego de una cruel matanza de guanacos, se presentó ante él una sombra para advertirle que esto traería el enojo de la Pachamama. Sin embargo el no hizo caso y siguió matando indiscriminadamente.
Un día, luego de una cruel matanza de guanacos, se presentó ante él una sombra para advertirle que esto traería el enojo de la Pachamama. Sin embargo el no hizo caso y siguió matando indiscriminadamente.
El tiempo de su castigo no tardó en llegar.
Una tarde, luego de otra matanza, el silbido de un viento huracanado lo envolvió y lo hizo rodar. Cayó arrastrado por ráfagas de un viento caliente y seco que comenzó a girar, convertido en motor de un denso remolino de tierra roja, que azotaba las ramas de los árboles desprendiendo hojas y frutos, cegaba pozos y cañadas, formaba médanos y páramos, alejaba aves y bestias, quemaba los sembrados con su calor.
Era el castigo prometido.
Una tarde, luego de otra matanza, el silbido de un viento huracanado lo envolvió y lo hizo rodar. Cayó arrastrado por ráfagas de un viento caliente y seco que comenzó a girar, convertido en motor de un denso remolino de tierra roja, que azotaba las ramas de los árboles desprendiendo hojas y frutos, cegaba pozos y cañadas, formaba médanos y páramos, alejaba aves y bestias, quemaba los sembrados con su calor.
Era el castigo prometido.
Tokomar, lo supo antes de ser puro Zonda.
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